A partir del capítulo IV la historia ya comienza a tomar otro rumbo tanto para la protagonista como para el lector que desea conocer el romance del libro.
"Cuando ya había
divisado el lugar para leer y comer, corrí hacía allá llena de emoción, pero
repentinamente, un sujeto despistado y distraído por la lectura de su libro
también, apareció de la nada detrás de unos arbustos e impacté con él cayéndole
encima, lo que ocasionó que la canasta que llevaba se cayera derramando toda la
fruta y la comida al suelo, —que tonta, sólo a mí se me ocurrió correr colina
abajo—. El impacto nos hizo rodar juntos, haciendo que él terminara encima de
mí con tal fuerza que lastimó mi pecho. Tal acercamiento con un desconocido me
apenó demasiado;
—Señorita
discúlpeme. —Sonaba apenado mientras me miraba fijamente—. ¿Se encuentra bien?
—No, lo sé…
creo, que sí. —Respondí adolorida e hipnotizada por sus perfectos ojos azules.
—Permítame
ayudarla —dijo mientras se levantaba.
Rápidamente, con mucha gentileza me ayudó a ponerme de
pie, se sacudió la ropa y recogió mi cesta con todas las cosas que habían
salido rodando. Mientras yo intentaba arreglarme un poco lo observé, era muy guapo,
demasiado atractivo, indescriptible a primera vista. Tan perfecto que parecía
mentira, era imposible, ¿Me habría golpeado la cabeza y estaba alucinando? No
había visto a un hombre así ni siquiera en las revistas, aunque estuviera
vestido con un traje de tres piezas igual al que usaba Beláv, sólo que a él, le
sentaba mucho mejor. El color café claro del traje, la camisa blanca, el
pantalón del mismo café y esas botas altas, negras y muy brillantes que junto a
su cabello negro, piel blanca y sus ojos azules lo hacían tener una apariencia
fina, intachable e imponente. Tragué en seco, mi piel se estremeció y mi
corazón comenzó a latir más rápido."
En este primer encuentro con
un desconocido Constanza describe lo que sintió al conocerlo y el impacto que
causó en ella desde el primer momento, a partir de ahí conocerá más sus
emociones y siente que su vida ya no será igual.
"Estando frente a
frente con él, sentí como si de repente me hubiera encogido. Yo no era tan
alta, pero él sí y eso me intimidaba. Su apariencia tan perfecta me estaba
inquietando. Sin duda, su presencia me hacía sentir nerviosa y necesitaba
disimularlo (…)
Creí que me
besaría lo que hizo que su atrevimiento me ruborizara, pero en realidad, su
intención fue quitarme con su mano unas pequeñas hojas secas que tenía en el
cabello. La verdad, sentí que por alguna razón la temperatura de mi cuerpo
subió. ¡Qué calor la que sentía! ¿Era normal? Creo que no (…)
—Tiene razón y
reconozco mi culpa. —Utilizando mi abanico para refrescarme un poco traté de
disimular—. Qué bueno que todavía existan los caballeros y debo decirle, que
también es la primera persona con la que estoy platicando amigablemente por más
de veinte minutos desde que llegué a este lugar. Bueno, tal vez la segunda
persona.
—¿No han sido muy
amables con usted entonces?
—Sí, no me quejo
de las atenciones que he recibido. Todos se han portado bien, pero la rigidez
del protocolo del castillo no permite a las personas interactuar y eso hace el
ambiente hostil.
—Y a usted…
—Continuó un tanto tímido—, le gusta ser social ¿Verdad?
—Un poco
también. Creo que a nadie le gusta hablar solo, al menos a mí no me gusta
hablar conmigo misma, siempre termino peleando.
Mi comentario lo
había hecho sonreír y estaba sintiendo que esa sonrisa estaba comenzando a
dominarme (…)
En el camino de
regreso, no dejaba de pensar en la excitación que había sentido en las últimas
horas. ¿Quién era este Adonis griego perfectamente esculpido? —Me pregunté al
momento. Era guapísimo. No podía evitar ruborizarme cuando recordaba el haber
chocado con él, era la primera vez que había estado de esa manera en los brazos
de un desconocido y cuando se acercó a mí para quitar las hojas de mi cabello,
una extraña sensación recorrió mi cuerpo y esa cercanía me dio sensaciones que…
No sabía que podía sentirlas. Mi cuerpo había reaccionado de una manera que no
conocía y sentí que todos mis músculos, —aún de los que no tenía conocimiento—,
se habían activado al sentirlo tan cerca. ¡Dios que mirada tan intensa! Nunca
olvidaré la belleza de sus ojos, había encendido mi ser como nunca antes
alguien lo había hecho, eran del más perfecto azul cristalino que haya visto.
No podía describir lo que me había hecho sentir cuando tomó mi mano; era suave,
fina, fuerte y muy varonil. —“Obvio” —pensé, si a kilómetros se podía ver que
era un hombre completo, muy completo, que todo lo tenía en su lugar y donde
perfectamente todo, correspondía estar. Alto, de anchos hombros y fuerte pecho,
a donde mi estatura llega precisamente, exactamente a su pecho. De piel blanca
como el nácar y suave como la seda, labios perfectamente delineados y con el
tono rosa muy bien definido, carnosos y deseables como para… Sin duda, era un
muñeco bien hecho. Su contacto con mi piel, fue como si una corriente eléctrica
me hubiera encendido algo que había permanecido tranquilo en mí hasta ese
momento y en lo cual no me había permitido pensar, pero me había gustado mucho
que lo hiciera. Al sentir su piel, una sensación de placer y curiosidad en mí
había despertado y la temperatura de mi cuerpo, comenzaba a elevarse haciendo
que sintiera más calor, del que ya estaba haciendo. Loui era un hombre único
que estaba bien para mi gusto, muy bien pensándolo mejor, re-bien si me detenía
a pensar sólo en él, excelentemente bien si comenzaba a maquinar y hacer que
mis pensamientos se tornaran oscuros y tomaran otro rumbo. Un ejemplar como
pocos, que parecía un sueño debido a su perfección. Muy, pero muy guapo y
bastante atractivo físicamente, con un cuerpo muy bien formado, de cabello
negro, largo a su cuello y esos hermosos ojos del más perfecto azul que había
visto, me tenían completamente embobada. Su cálida piel de porcelana me hacía
saborear y morderme el labio con sólo recordarlo. ¡Dios recordar sus labios!
Mostraban una belleza y una suavidad tan tentadora que incitaban a… No había
visto labios tan perfectos como para… Oh… Su sonrisa. ¡Dios! Sentía que mi
corazón latía descontroladamente, como si fuera un caballo salvaje y desbocado
y el aire de mi abanico ya no era suficiente para refrescarme. No podría
terminar de describir su belleza física, él era un hombre que realmente
inspiraba todo. Absolutamente todo. Nunca había sentido algo así por un… Hombre
y estaba comenzando a creer y a sentir que no era apropiado, su manera de ser
era algo desconcertante y creo que eso me empezaba a atraer de él. Había
conocido a alguien diferente en aquel lugar, alguien que me haría olvidar al
príncipe por un momento y me ayudaría a disfrutar mi tiempo. Tanto me hizo
distraerme, que me olvidé por completo del pañuelo que llevaba en la cabeza, lo
había perdido y seguramente fue durante la caída con él en el parque, por lo
que ya no tenía caso lamentarme. En cuanto llegué, le dije a Gertrudis que me
consiguiera un jarrón con agua para las flores y colocarlas en mi tocador.
Quería contemplarlas y recordarlo a él, cuando estuviera frente al espejo.
(…) esa noche me
acosté plácidamente y la imagen de Loui jugaba en mi mente. ¿Ese hombre es de
verdad? —Era la pregunta que me hacía. Era un extraño y me inquietaba, pero me
había gustado mucho conocerlo y sentía que mi estadía en el pueblo había sido
maravillosa ese día. El saber que volvería a verlo hacía que sintiera una
revolución en todo mi cuerpo, especialmente en mi estómago y un poco más abajo
(…)
Él era
bellísimo, incomparable, único y sentía que lo había conocido, justo a tiempo."
Terminando este capítulo Constanza no deja de pensar
en él ni un minuto, se ve atrapada en su imagen y en lo perfecto que le
pareció, su mente comienza a echar volar su imaginación y su cuerpo a
reaccionar con sólo pensar en él. No sólo le parecía un hombre diferente a los
que había conocido sino que lo considera “único” y el verse atrapada en lo que
él comienza a representar para ella hace que poco a poco sucumba a la reacción
de su cuerpo y mente.
"—Este lugar está
bonito, ¿No nos quedaremos un rato?
—Soy tu guía,
¿Lo olvidas? —Tomando mi mano la besó y me miró fijamente—. Voy a enseñarte un
lugar mejor que este.
“Me va a dar
algo” —pensé—. “Esto de los besos en la mano me estaba gustando, era un gesto
muy galante y viniendo de él, me estaba provocando sensaciones
indescriptibles.”
Constanza comienza a sentirse muy bien debido al trato
caballeroso que él le da, eso la halaga aunque sabe que es el acercamiento con
él lo que puede aturdirla.
"Bajó de su
caballo y enseguida me ayudó a desmontar a mí también. El montar de lado para
mí era incómodo y al momento de bajarme, el pie izquierdo se me atoró en el
estribo, si él no hubiera estado listo a sujetarme me hubiera caído, —sólo
esperaba que él no creyera que lo había hecho de manera intencional, me daba
vergüenza—. En ese momento, cuando me tomó en sus brazos y quedamos lo más
cerca posible cara a cara, sentí una emoción tremenda; mi cuerpo comenzó a
temblar y mi piel reaccionó con múltiples sensaciones sintiendo calor y frío a
la vez. Sentía ese cosquilleo en el estómago y la tensión muscular, se había
enfocado en un solo lugar. De haber estado enamorados, ese hubiera sido el
momento perfecto para un primer beso, porque nuestras narices quedaron a
escasos centímetros;
—Tus labios,
huelen a cerezas. —Susurró suavemente.
En ese momento, sentí que mi cerebro dejó de
funcionar y el corazón deseaba salirse de mi pecho. Seguramente, escuchó mis
exagerados latidos, me puse muy nerviosa y lo único que se me ocurrió fue bajar
la cabeza. Estaba muy ruborizada;
—Es un brillo
hidratante. —Me limité a decir cuando reaccioné, tocándome los labios con la
punta de mis dedos.
Sentía demasiada pena como para seguir
mirándolo a los ojos. Esos hermosos y penetrantes ojos de un azul perfecto, que
por un instante, casi hacen que me derrita en sus fuertes brazos. Sólo sus
ojos, eran un lenguaje increíble. Sin duda, una poderosa carta de presentación.
Él sonrió,
seguidamente nos separamos y la timidez nos abarcó por un momento. Se retiró
para amarrar a los caballos y yo, con la canasta en mano caminé para buscar el
lugar perfecto donde sentarnos. La vista de ese lugar era hermosa, verdes
campos por todas partes, se veía el arroyo y un enorme río que pasaba más
largo;
—Cuidado te
enamoras. —Susurró nuevamente con suavidad, acercándose a mi oído con una
ligera sonrisa, cuando me escuchó suspirar.
—¿Qué? —Pregunté
asustada dando un brinco, tartamudeando y aturdida—. No, no, no… ¿De qué?"
A su manera Loui quiere darse cuenta que él no es
indiferente para ella, se muestra amigable pero a la vez cae en el juego de
seducir a su modo sabiendo que con sólo respirar esa mujer ya tiembla por él y
su insistencia por comprobar las cosas poco a poco lo lleva a ir más allá.
"Cuando ya habíamos
terminado de comer y se adentraba la tarde, con el último sorbo del vino Loui
me propuso un brindis;
—¿Por qué
brindamos?
—Por nosotros.
—Me contestó guiñándome un ojo y mostrando su bella sonrisa que iluminaba más
mi día—. Por habernos conocido y por la amistad que está naciendo. Porque dure
mucho tiempo.
—Porque la
amistad dure mucho tiempo. —Repetí muy feliz y ruborizada.
—Entonces,
salud.
—Salud.
Nos miramos fijamente y sentimos que las
palabras sobraban en ese momento. Sólo nuestros pensamientos, sabían cómo hacer
volar nuestras mentes a un mundo sólo para los dos y creo que ambos deseábamos
saber lo que pensábamos el uno del otro, escudriñando hasta lo más profundo de
nuestro ser."
El haberse conocido fue un cambio radical para ambos y
aunque comenzaban a conocerse y a construir una amistad la atracción —al menos
física— pesaba más. Constanza se desconocía a sí misma y a las reacciones de su
cuerpo, él comenzaba a ocupar toda su mente y sensaciones.
"Al observarlo venir con los caballos, se reflejó en él
un rayo de sol, tenía un porte muy aristocrático que lo hacía ver
irresistiblemente bello, con su camisa blanca de cuello alto y escote
pronunciado, que le dejaba ver parte de sus minúsculos vellos en su pecho
perfectamente esculpido. Se podía notar una personalidad que lo dejaba ver
agresivo e imponente, con esa capa marrón que le ondeaba con el viento y le
dejaba ver los vuelos de las mangas de su camisa. Su pantalón color beige, le
ceñía la forma de sus gruesas piernas y esas botas negras, altas y brillantes
le realzaban el porte y la presencia y —junto con la fusta en su mano—, me
hacía verlo como el imponente amo de todo. Me pareció tan gallardo y varonil,
que parecía haber salido de una pintura de finales del siglo XVIII o principios
del XIX. —“Mi Darcy personal” —pensé suspirando y asociándolo inmediatamente,
con mi galán literario preferido. Eso hacía que mi mente volara y ya no supiera
que pensar. Me sentía en una completa fantasía y más, estando junto a él (…)"
Constanza empieza a fantasear
aunque lo haga de manera infantil y eso la desconcierta más, con cada
pensamiento ella lo describe a su modo, en vez de ver defectos no le encuentra
ninguno, al contrario, cada vez le parece más perfecto.
"—¿Podemos vernos
mañana otra vez? —Preguntó suavemente tomando mi mano de nuevo.
¡Ay Dios! Sentía
que las piernas ya no me querían responder y esa bendita corriente eléctrica
que me recorría hirviendo en el cuerpo, hacía bombear con fuerza mi corazón. El
caballo salvaje, quería salir corriendo desbocado otra vez (…)
¿Por qué quería
verlo otra vez? ¿Qué me estaba pasando? (…)"
En este capítulo V Constanza lo conoció mejor y por
eso ya no sabe lo que su mente y corazón puedan hacer. Pensar más en él le
preocupa porque sabe el giro del asunto e intenta resistirse.
Estos fragmentos son del capítulo IV y V algo de
amistad que se va a convertir en algo más a medida que se tratan, Constanza
cree que puede con el asunto aunque no deje de pensar en él (pero como mujer
sabe lo que eso significa) y él intenta llevar las cosas a otro nivel sólo para
probarla, escenas que veremos en la siguiente parte.
Muy agradecida con la persona o personas que se encargaron de subir algunos fragmentos del príncipe en este sitio me halaga la persona que se tomó el tiempo para leer y escoger sus frases favoritas del primer libro.