Ya lista la portada de Nieblas del Pasado 2, si leíste el libro anterior sabrás lo que significan los tulipanes y en este caso sabrás el porqué de las flores, la caja y el collar en la portada, manteniendo el toque de romance erótico en este libro seguiremos con el viaje en el tiempo pasando una experiencia que despierta a la mujer que hay en Leonor Hampton y conocer lo que pasó en 1,927 sin dejar a un lado el presente que comienza a oscurecerse y amenaza a Constanza y a Loui, la duda de los personajes en las sombras que han llegado se conocerán en este libro y si han seguido la historia podrán imaginarse el rumbo que lleva. Todavía puliéndose y revisándola aún no doy fecha de publicación.
Si deseas conocer más sobre mis escritos de manera privada e interactuar conmigo te invito a que te unas a mi grupo de fb exclusivamente femenino: Itxa Bustillo - Historias
martes, 29 de abril de 2014
martes, 22 de abril de 2014
Constanza Norman
El 24 de abril es su cumpleaños ¿Ya la conoces? Cuando escribí (y terminé la primera entrega de la saga "El Príncipe de Bórdovar") no tenía claro qué rostro ponerle a la protagonista de mi obra, como primera opción pensé y me gustó Catherine Z. Jones (igual no la descarto porque servirá más adelante) pero es una persona que no se adaptaba por la edad de la protagonista así que me decidí por Natalie sin darle más vueltas al asunto, pero independientemente de quién sea existe un personaje llamado Constanza Norman y es el que me gustaría que conocieras, a continuación comparto un poco de su historia que está narrada en la segunda parte de "El Príncipe de Bórdovar"
**FRAGMENTO**
"Mientras estábamos en silencio y me abrazaba a su
pecho acariciando mi brazo, no pudo evitar preguntar.
—¿Tuviste una infancia difícil amor mío? Tu acta de
nacimiento dice que naciste en Belice.
Su pregunta me tomó por sorpresa y después de un
suspiro le contesté.
—Sí y sí.
—Disculpa. —Besó mi frente—. No voy a indagar en algo
doloroso para ti, no me digas nada si no quieres.
—Mi madre era una gran mujer y lo dejó todo por amor,
se rebeló contra su familia por él, se entregó a él y yo soy el fruto. Se
casaron sin la aprobación de los abuelos e intentaron tener una vida normal
como todas las parejas, sin embargo no fue así. Mi padre creyó que al menos
gozaría algo de su dinero al casarse con ella, pero sus planes se fueron al
caño. Dice mi abuela que su embarazo no fue fácil, al poco tiempo conoció en
realidad al hombre con el que se había casado y comenzó a sufrir sus
infidelidades.
—Tranquila amor mío. —Acariciaba mi cabello.
—Su parto fue complicado y por poco pierde la vida, el
desgraciado de mi padre no estaba con ella cuando comenzó con los dolores de
parto a media noche. Dicen que lo llamó porque se suponía que estaba
trabajando, pero no le dieron razón de él, ella supuso que le había mentido de
nuevo y estaba con alguna amante. Fueron mis abuelos los que la llevaron al
hospital, a las dos de la mañana por fin aparece inventando todas las excusas y
a mi abuelo no le bastó y le dio tremendo derechazo en pleno pasillo de
hospital. Eso le costó la vida, comenzó a sentirse mal y no pudo conocerme.
Hice un silencio mientras él seguía acariciando mi
frente y cabello.
—Tranquila.
—La abuela se descontroló y aunque los médicos lo
atendieron a tiempo, nada pudieron hacer. No le dijeron nada a mi madre en el
momento, dos horas después de la muerte del abuelo nací yo.
Escuchaba su suspiro y sentía sus besos en lo alto de
mi cabeza.
—Pasó lo que pasó y tanto mi madre como mi abuela se
recuperaron con el tiempo. Al parecer mi padre se sentía culpable y suplicando
perdón convenció a mi madre de que no lo dejara, sin embargo al parecer lo que
en el fondo quería era la parte de la herencia que le tocaba a ella, no era
mucho pero si algo y al no lograr nada, volvió a sus andadas. La vida de mi
madre junto a él fue un infierno, algo que jamás se imaginó. Recuerdo sus
discusiones y su indiferencia para conmigo, creo que “una niña” no era lo que
él quería. Mi madre no tocó un solo centavo porque era deber de él como hombre
velar por ella y su hija. La gota que derramó el vaso fue cuando yo iba a
cumplir los cinco años, recuerdo que ese día estaba jugando en mi habitación
con mis muñecas y mamá me preparaba mi postre favorito; “Plátanos en gloria”
eran bananos salteados en azúcar, mantequilla, leche, vainilla y canela a fuego
lento, la cocina olía rico porque los canelones en el horno ya casi estaban
listos, pero llegó él más temprano que de costumbre y eso nos extrañó a ambas.
Llegó ebrio y quiso aprovecharse de ella en la cocina, al escuchar sus voces y
la de mamá alterándose me acerqué a la puerta de la cocina y lo vi. La sujetó
de la cintura y con la otra mano le levantó el vestido hasta tocarla por debajo
de él. Mi madre se resistía y más cuando me vio, él al verme se enojó mucho y
me corrió de la cocina. Al ver que no obedecía soltó a mi madre y se quitó el
cinturón amenazando con golpearme, al verlo mi madre lo quiso detener pero él
la golpeó con tal fuerza, que ella cayó casi encima de la estufa quemándose el
brazo en la hornilla y derramando el postre al suelo. Al ver que él venía furioso
hacia mí, corrí hacia mi habitación, pero los gritos entre ellos seguían, mi
madre lloraba por la quemadura y por el golpe en su cara y mi padre, no paraba
de gritar y maldecir todo. Cuando él le exigió su dinero y ella seguía en su
negativa, vi que la sacó de la cocina arrastrándola del cabello, la lanzó al
suelo de la sala y comenzó a patearle el estómago y los costados…
Recordar eso me erizaba de nuevo la piel, fue
horrible, ver a mi pobre madre… y yo no pude hacer nada para evitarlo y para
ayudarla, no podía detener mis lágrimas.
—Tranquila amor mío. —Me estrechó con fuerza y
suspiró, su cálido aliento inundó mi cabeza.
—En ese momento, el teléfono del pasillo sonó y corrí
a contestar —continué—. Era la abuela que llamaba justo a tiempo, como si hubiera
presentido las cosas y recuerdo que sólo logré decirle “Abue, papá está
golpeando a mamá, ven pronto que la va a matar.” No sé cómo sucedieron las
cosas, pero al rato la abuela llegó, él se había ido y había dejado a mamá casi
muerta en la sala, la llevaron a una clínica y lograron atenderla. Desde ese
día nos mudamos con la abuela a su casa y aunque mamá se recuperó de la golpiza
no tenía el valor de denunciarlo, hasta que la abuela la obligó. Luego supe lo
que había pasado, era que lo habían despedido debido a unos fondos faltantes en
la empresa para la que trabajaba y debido a eso, había llegado borracho y de
mal humor.
—¿Y quería el dinero de tu mamá para no ir a la
cárcel?
—Supongo que sí, pero igual siempre lo encerraron, el
mismo banco de la empresa embargó la casa en la que vivíamos para compensar en
algo la cuantiosa pérdida, además con la denuncia de mamá y la de la misma
empresa, más las pruebas, le dieron muchos años. La abuela pagó para que se me
quitara el apellido de él y evitarme un desprestigio en el futuro, él por
capricho no quería renunciar a su paternidad, seguramente me veía como un as
bajo la manga llegado el momento, sin embargo debido a la condena que le pesaba
no tenía otra opción, saldría cuando yo ya no necesitara de él. Aunque renunció
a mí no lo hizo con mamá, ella solicitó el divorcio muchas veces pero él nunca
se lo dio, mi madre había tenido un enamorado en su adolescencia y sabiendo lo
que había pasado él la seguía queriendo y deseaba hacerla feliz, ser un
verdadero padre para mí, pero aunque mamá le diera la oportunidad tampoco pudo
ser. Cuando lo encerraron a él, regresamos con la abuela a México después que
vendiera la casa de Belice, no obstante debido a uno de los golpes que mi madre
recibió se le formó un coágulo en un costado, lo que poco a poco la fue matando
y siete meses después, murió.
Recordar todo de nuevo hizo rodar mis lágrimas, aunque
la recuerdo poco, para mí fue la mejor madre porque lo único bueno de su
relación con él, fui yo, por mí soportó todo, ella me llamaba “princesa” y el
pensar que hubiera podido verme como princesa hizo que ya no pudiera
controlarme. Que una niña de casi seis años presencie el dolor de su abuela y
el velatorio y la sepultura de su madre, es desgarrador.
—Tranquila amor mío, yo jamás haré eso. —Me abrazó con fuerza llenándome de besos—. Preferiría
morir que hacer eso, no temas. Eres mi princesa, mi joya, lo más preciado para
mí. Voy a cuidarte y a protegerte hasta mi último aliento.
—“Mamá cuida a mi Constanza, cuida a mi princesa, me
duele dejarla, es mi niña, dile que la amo y que desde el cielo la voy a seguir
cuidando” le dijo a la abuela una tarde que ambas platicaban en el pórtico de
la casa. Yo no entendí en el momento, pero si notaba su semblante de dolor no
sólo por el coágulo sino por el de su corazón. Tres días después ya no pudo
levantarse de la cama y esa tarde pidió verme, me abrazó, me llenó de besos y
me dijo que me amaba mucho, que me amó desde el mismo instante cuando supo que
llegaría a su vida y que fui esa luz que ella necesitaba. Yo también la abracé
y la besé, ella no paraba de llorar, la abuela se mostraba fuerte para no
asustarme pero era inútil. Mi madre ya no vio la luz del amanecer.
Me había derrumbado en llanto ante él, necesitaba
desahogarme, lo había hecho. Por primera vez dependía del cariño de alguien y
me aferraba a eso, no quería, sin embargo lo estaba haciendo. Me daba miedo, ya
no quería sufrir, me daba terror volver a pasar lo mismo, al imaginar una niña
mía en mi misma posición, entendí perfectamente el dolor de mi madre. Por un
momento me vi a mí misma en la escena, yo en la alfombra llorando de dolor
mirando una tierna niña de casi cinco años que también me veía llorando
mientras se aferraba con fuerza a su muñeca y yo, en una esquina escondida
mirándome en el suelo ensangrentada por los golpes de la cara, necesitaba
olvidar eso, necesitaba enterrar de una vez esos recuerdos. Lloré y lloré
aferrándome con fuerza al pecho y a los brazos de Loui, él me dio su protección
en ese momento llenándome de besos y secando mis lágrimas.
—Y fue por eso que crecí con la abuela —continué
cuando pude calmarme—. Incluso llevo su nombre y el apellido de mi abuelo, ella
se encargó de mi educación. Después de presenciar la golpiza de mi madre yo me
volví más temerosa, casi no hablaba, era muy tímida, no interactuaba. A duras
penas me gradué del kínder, ni siquiera quería pintar, no jugaba, no comía, no
permitía que un niño se me acercara. Estuve en terapia con una psicóloga
infantil y a la muerte de mamá fue peor, me encerré en mí misma y no hablé
durante un año.
—Amor mío… —Susurró acariciando mi cara, mientras
secaba mis lágrimas con su pulgar.
—La abuela hizo un viaje conmigo para lograr sacarme
de mi caparazón, hicimos turismo interno en México, luego Disney World en la
Florida, Puerto Rico, España y varios otros países. El viaje duró un año y fue
ella la que me inició en la música, en la danza y en la pintura, me gustaba
escuchar su música clásica porque me relajaba y sentía que me llevaba a otro
mundo. Intenté crear reinos de fantasía a través de los colores de las
acuarelas y con el ballet pues… también lo intenté aunque lo dejé poco antes de
iniciar la secundaria, la verdad no soporté la disciplina. Ella me dio mis
primeras lecciones de piano, pero al mostrarme el violín que fue del abuelo
supe que era lo que quería, pagó maestros para que me dieran clases privadas
desde los siete años.
—Eres preciosa. —Susurró mientras seguía acariciando
mi cabello.
—Gracias.
—¿Por qué
Belice?
—Porque aunque él era ciudadano americano su trabajo
lo obligaba a vivir allí, hasta su país dejó mi madre por él, fue por eso que
el abuelo decidió comprar una casa para estar cerca de nosotras, se mudaron
poco antes de mi nacimiento sin saber lo que ocurriría. Después de su muerte la
abuela regresó a México con él para enterrarlo en la cripta familiar y en los
años siguientes pues, nos visitaba al menos tres veces al año. Afortunadamente
ella ya tenía una semana de haber llegado cuando sucedió lo de mamá, no sólo
había llegado para celebrar mi cumpleaños sino para hacerle unas mejoras a la
casa de Belmopán, pero igual llegó a tiempo.
—¿Tu madre era hija única?
—Sí, bueno tuvo un hermano menor que nació en España
pero murió siendo un infante. Ella creció en España, la abuela era española y
el abuelo canadiense, pero el padre de él era inglés, igual se conocieron, se
enamoraron, radicaron tanto en España como en Canadá e Inglaterra, pero el
bufet notarial de la familia del abuelo se extendió y fue como ellos llegaron a
México. Luego al nacer mamá regresaron a España y así pasaron su vida entre un
país y otro.
—Mmmm con razón eres tan linda. —Besó lo alto de mi
cabeza—. Eres una mezcla del Viejo y del Nuevo Mundo, que afortunado soy, me
siento como un conquistador.
—Gracias. —Sonreí con timidez.
—¿Y de ese hombre volviste a saber?
—¿De mi padre? Salió de la cárcel cuando yo comenzaba
mis estudios universitarios en Estados Unidos, me buscó una vez que yo visitaba
a la abuela en México con unas amigas. Quiso aparentar ser una mansa paloma
negando todo, pero para su desgracia yo recordaba algunas cosas y no pudo
engañarme. Terminó sus días en una clínica para alcohólicos. Luego al saberlo
muerto, mi abuela se sintió tranquila y también pudo entregar su alma al
creador, no deseaba hacerlo hasta verme casada o al menos hasta saberme con
alguien que me cuidaría de verdad, sin embargo su diabetes no se lo permitió.
La enterré junto al abuelo y a mi madre. Ella me educó, ella me hizo la mujer
que soy y parte de su herencia y la herencia de mi madre me sirvieron para mi
educación. Cuando todo acabó y me sentí “Anita la huerfanita” vendí la casa de
México ya que me traía tristes recuerdos, compré un pequeño apartamento en
Miami que compartí con mi mejor amiga de estudios y me dediqué a eso, a estudiar.
Saqué mi carrera y el Máster en Educación Musical en la Universidad de Miami y
luego la licenciatura en Historia del Arte en la Complutense de Madrid. Al
terminar la carrera mi labor de docente en la práctica profesional me llevó a
ocupar un puesto importante que me fue reservado hasta mi graduación. Después
de eso seguí estudiando y trabajando y lo demás me tiene aquí.
—Eres maravillosa, me siento dichoso de haber
compensado tu sufrimiento —dijo besando mi frente.
—Estamos igual, ¿No te parece? —Besé su pecho.
—Tienes razón, ambos nos complementamos, nos
necesitamos y me alegra mucho, me honra y me enorgullece, haber sido el primer
hombre en tu vida. Agradezco a Dios tu forma de ser y a tu abuela por la
educación que te dio, eres perfecta para mí.
Levantó mi cara y nos besamos, me estrechó con fuerza
y me sentí protegida por él. El sueño nos terminó venciendo y decidimos dormir
un poco, me sentía liberada, sentía que me había despojado de un peso, me
sentía liviana, me sentía satisfecha. Si mi madre y mi abuela me hubieran
podido ver, se sentirían felices y orgullosas de mí y eso me hacía feliz.
Recordándolas, lloré por última vez para dejar el pasado donde debía de
quedarse, atrás."
miércoles, 16 de abril de 2014
Mis bebés, mi orgullo.
Lo que pueda sentir o decir es indescriptible, simplemente ver y tener mis obras en mano me hace muy feliz, algo con lo que soñé y creí que no podría hacer realidad. Como buena madre primeriza me dediqué a disfrutar mi maternidad y a consentir a mis "bebés" desde que llegaron a mí, me siento muy orgullosa de ellos porque son la prueba tangible de mis logros, los cuales apenas comienzan, no puedo quejarme de la calidad de mi editorial Createspace, aparte del seguimiento y la cordialidad con la que tratan al autor puedo decir que su producto es excelente o al menos así veo mis libros, el interior es exactamente como lo diseñé y como ellos mismo lo visualizaron mientras estaba en revisión ni más ni menos, en papel crema y con la portada "orgullosamente hecha por mí" en ID me siento super satisfecha, jamás creí ver y tener a mis bebés por mi propio esfuerzo, sueno como una madre soltera lo sé pero muy orgullosa, los veo sin cansarme, los acaricio, me pierdo en el olor de sus páginas y suspiro con el solo hecho de tenerlos, es una emoción tremenda y las palabras no me alcanzan, estoy enamorada de mis libros porque son el fruto neto de mi esfuerzo, hacerlo así es un sueño porque cada centímetro de él es made in Itxa Bustillo algo que jamás creí hacer por mi misma, no hay duda que hay un motor que impulsa más allá de sólo escribir, el deseo de hacer un sueño realidad hace que por muy difícil que parezca no te detengas y continúes hasta lograrlo y eso son mis libros para mí, mis logros personales, mis bebés, mi orgullo, mi satisfacción y mi sueño hecho realidad, lo demás vendrá añadido.
lunes, 14 de abril de 2014
Un cumpleaños inolvidable (Nieblas del Pasado 1)
—Gracias a todos por acompañarnos —dijo el tío a todos los presentes—. Para
nosotros como familia de Leonor es un privilegio poder contar con la de
presencia de ustedes este día, amigos y familia nos hemos reunido sólo por un
motivo, celebrar el décimo séptimo cumpleaños de Leonor, quien ha sido una joya
para nosotros desde el momento en que nació y de la cual, nosotros como su
madre nos sentimos muy orgullosos por su belleza física e interna y por su
dulce manera de ser.
Y mirándome fijamente besó mi
frente y continuó:
—Feliz cumpleaños cariño.
Todos los presentes
aplaudieron y tanto él como la abuela trataron de no llorar en ese momento y de
no hacerme llorar a mí también, cada cumpleaños que paso mi único deseo sería
que mi madre estuviera conmigo. Cuando el grupo contratado comenzó la música
dio inicio la celebración, me extrañó escuchar rock and roll pero era la
versión de una canción que a la abuela le gustaba “Perfidia” no se escuchaba
mal en buen ritmo de forma instrumental, por lo que algunos comenzaron a
moverse al ritmo de la música. Inmediatamente los pocos amigos que había
conocido me rodearon para felicitarme, especialmente Ezequiel y Andrés quienes
se conocían pero también rivalizaban por mí, ninguno de los dos dejaba de
halagarme de manera galante y de bajarme el cielo, la luna y las estrellas como
bien lo había dicho Tita, en parte me hacían sentir bien pero mi mente estaba
con alguien que aún no había visto y comenzaba a desesperarme. Ellos me habían
pedido que les hiciera el honor de concederles una pieza de baile pero no tenía
ánimos para bailar, además que no me gustaba hacerlo porque no podía, así que
me libré por un momento de eso. Los meseros paseaban los bocadillos y las copas
con vino y champagne pero yo no tenía deseos de probar nada hasta saber de él.
Me sentía un poco abrumada porque muchas personas querían saludarme muy de
cerca y entablar una conversación conmigo, pero yo no tenía cabeza para atender
a nadie, me sentía muy ansiosa y ya no podía seguir disimulando mi inquietud.
—Que solicitada eres cara —dijo un tanto sarcástica mi prima italiana Giovanna, dos años mayor que
yo y la nieta mayor del tío abuelo Juan—. Por
cierto, buon cumpleanno.
—Grazie, sei molto gentile —contesté en su idioma.
Y besando mi mejilla como si
se tratara de Judas besando a Jesús me susurró al oído:
—Preséntame a tus amigos, la mayoría están muy guapos y hay uno en especial
que ha captado mi atención.
—¿Ah sí? —Pregunté tontamente frunciendo
el ceño como si supiera la respuesta—. ¿Quién?
En ese momento
los músicos pararon su rock and roll y por orden de la abuela la orquesta de
cuerdas comenzó a tocar el “Second waltz” de Shostakovich y aunque ya no se trataban de mis
de quince o dieciséis, el tío George quiso que abriéramos la fiesta de esa
manera así que lo complací para librarme de la odiosa e hipócrita Giovanna que
sin quererlo, —o proponiéndoselo ella— comenzaba a arruinarme la noche.
Mientras giraba al ritmo de la música en los brazos de mi orgulloso tío seguía
pensando en él, definitivamente la cumpleañera era la más ausente en su propia
fiesta aunque tratara de disimularlo. Cuando bailaba con George al momento se
nos unió el tío abuelo Juan quien le tocó el hombro para dejarme bailar con él,
a lo que George accedió gustoso, en el momento del baile los fotógrafos hacían
de las suyas y yo sólo bajaba la cabeza porque no quería fotos, era obvio que
no saldría feliz. Después del tío abuelo siguieron en la lista Ezequiel quien
no perdió la oportunidad de tenerme en sus brazos aunque sea en ese momento y
aprovechando la cercanía se deshacía en halagos para conmigo, me dijo tantas
cosas bonitas que ni siquiera las recuerdo porque mi mente no estaba en la
fiesta, así que mientras yo no dejaba de ver al suelo sentía como él no me
quitaba los ojos de encima, sus brazo me rodeaba la cintura con fuerza y me
acercó más a él sin darme cuenta, su otra mano sujetaba con delicadeza la mía y
su cara casi pegaba con la mía, es por eso que preferí ver el suelo antes de que
nuestras narices se rozaran, él era un chico muy guapo, de piel blanca, rubio y
ojos verdes pero no me provocaba lo que Leopoldo había logrado con sólo su
mirada, pensar en él me derretía por completo.
—Eres muy hermosa —decía.
—Gracias.
—No sabes las ganas que tengo de que inicien las clases, así podré
verte todo el tiempo.
—No estaremos en los mismos salones.
—No importa —dijo muy sonriente—. Me bastará verte a diario, despertar
sabiendo que te veré y dormir pensando en que te volveré a ver, será suficiente
para mí.
—Ezequiel no digas eso, yo no
soy nada especial.
—Eres la chica más linda para mí. —Me miró fijamente—. Me has dejado
ciego, no puedo ver a otra mujer que no seas tú y estoy decidido a conquistarte
y a luchar por conseguir tu amor.
—Ezequiel yo…
En ese mismo momento Andrés
nos interrumpió y solicitó su turno, tocó el hombro de Ezequiel y seriamente le
pidió que le permitiera bailar conmigo, Ezequiel lo miró fijamente y por un
momento pensé que el asunto acabaría mal pero no hicieron nada más y antes de
provocarse, Ezequiel accedió y ahora que estaba en los brazos de Andrés sin
perder tiempo si me acercó más a él, parecía que deseaba que entrara en su
cuerpo.
—No voy a perder el tiempo ni voy a andar con rodeos Leonor —suspiró casi en mi rostro—. Eres una chica muy bella y me enamoré de ti
desde la primera vez que te vi, voy a hacer todo lo que esté en mis manos para
conquistarte y no voy a permitir que nadie se interponga en mi camino.
—Andrés no hables así que me asustas, ustedes son
sólo mis amigos, no tienen porqué tener esa rivalidad.
—Si es por ti si vale la pena, eres muy diferente a las demás
chicas y eso te hace única, eres una joya como dijo tu tío y yo deseo esa joya.
Andrés era un chico muy
diferente físicamente a Ezequiel, era de piel canela y ojos color miel, su
cabello era oscuro pero también muy guapo.
—Voy a cuidar a mi joya cuando ingresemos a la universidad —continuó—. No
voy a permitir que nadie me la robe, eres muy valiosa y te quiero sólo para mí.
—Eres muy directo —lo miré fijamente—. Pero no tienes que cuidar lo que no es tuyo,
yo no te pertenezco, no soy un objeto.
—No quise decir eso, sólo secundo lo que tu tío dijo y estoy muy de acuerdo
en eso.
—Yo también estoy de acuerdo en eso —dijo una voz que hizo saltar mi corazón, estremeciendo mi piel y
reaccionando drásticamente a él.
Andrés se giró para ver muy
molesto quien había osado interrumpir nuestro baile y yo no pude disimular mi
emoción, mi respiración se aceleró y una enorme sonrisa se dibujo en mi cara.
—¿Me permite bailar con la señorita? —le preguntó un impecable Leopoldo seriamente a Andrés.
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