domingo, 30 de marzo de 2014

En el nido de amor, fragmento de Nieblas del Pasado 1




Ambos gemimos fuertemente al llegar al clímax y explotar juntos en mil pedazos.
 Sentíamos que habíamos estallado en miles de partículas en nuestro universo en ese momento y mientras Loui me sostenía con fuerza sintiendo aliviada y placenteramente como todo su precioso y vital líquido se había esparcido dentro de mí, se derrumbó en la cama llevándome con él para no separar nuestra posición. Estábamos exhaustos y nuestra piel cubierta de sudor, necesitábamos encontrar la respiración de nuevo especialmente yo, que sentía un intenso mareo y por un momento sentí mi cuerpo muy liviano mientras estaba encima de él, lo único que escuchaba en ese momento era el latir acelerado de su corazón, cerré mis ojos para tratar de controlarme mientras sentía como sus brazos rodeaban y acariciaban mi húmeda espalda. Nuestros cuerpos habían sido uno solo en ese momento, yo era completamente su mujer en todos los sentidos y él era plenamente sólo mío, nuestros cuerpos se habían comunicado a su manera y en ese instante habíamos dejado todo lo mejor de nosotros en la cama;
—Eres maravillosa —dijo cuando logró reaccionar, acariciando mi cabello y besando lo alto de mi cabeza—. Nunca, escúchame bien, nunca voy a tener suficiente de ti, nunca voy a saciarme de tu exquisitez, cada vez que eres mía y que tengo el placer de recorrer tu piel me siento el hombre más afortunado de la tierra.
—Yo también me siento muy afortunada al tenerte —le dije apartándome de su pecho y acostándome a su lado boca abajo—. Tus caricias me vuelven loca y sabes cómo hacerme feliz y complacerme.
—¿Amor mío qué pasa? —Preguntó acostándose parcialmente sobre mi espalda—. ¿Te sientes mal?
—No es nada, es sólo un pequeño mareo, no te preocupes.
—Amor mío eso no me gusta, voy a llamar al doctor Khrauss. —Intentó levantarse de la cama—. Fui un tonto, debí haber dejado que te revisara después del almuerzo.
—No amor, no lo hagas. —Lo detuve tomándolo de su brazo para sentir su calor de nuevo—. Sólo necesito descansar un momento, quédate así no te vayas, quiero sentir tu pecho sobre mi espalda, quiero sentir tu brazo rodeándome, abrázame y quédate junto a mí.
—Está bien amor mío, duerme. —Besó mi hombro y mi sien—. Voy a quedarme así como quieres, aquí estaré cerca de ti.
Y al escucharle decir eso sentí un gran alivio, limpiamos con toallitas de papel la evidencia de nuestro encuentro y nos cubrimos con las sábanas, se quedó cerca de mí abrazándome, mientras acariciaba mi cabello con ternura y finalmente, sintiendo esa sensación de paz sabiendo que estaba junto a mí consintiéndome, plácidamente me quedé dormida.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Fragmento "El Príncipe de Bórdovar 2" La madrugada del 1 de Enero...

Gentilmente comenzó a besar mi piel, sus dulces y cortos besos en mi brazo, en mi hombro y en mi cuello poco a poco me hicieron sucumbir a él. Ya no podía pensar y cuando sus manos empezaron a acariciarme con ternura, comencé a estremecerme sin control.
—Loui por favor, ¿Qué haces? —Le pregunté reaccionando sin poder evitar el temblor de mi cuerpo y tratando de detener su mano que subía por en medio de mi pierna hacia un rumbo conocido.
—¿Tú qué crees? —Susurró en mi oído con su cálido aliento—. Conquistando de nuevo, reclamando mis derechos, tomando posesión de mi territorio y arrebatando lo que me pertenece.
Liberé un gemido no sólo por sus palabras sino porque su mano ya estaba ahí, con su pulgar comenzó a hacer círculos en mi monte Venus encima de mi panty y yo, intentaba inútilmente mantener mis cinco sentidos en alerta.
—Loui por favor, no…
—Dime que ya no me amas —susurró besando mi cuello y abriéndose paso por el panty, sentía que ya no podía pensar—. Dime que ya no quieres estar conmigo, dime que no me deseas, dime que no deseas que te haga el amor.
Me odiaba, definitivamente me odiaba porque la voluntad que había mantenido se había largado de nuevo dejándome a su merced, a la merced de un príncipe que obvio saldría victorioso del campo de batalla.
—Loui, no me hables así —continué intentando no perder la consciencia y odiándome más porque sin querer abrí mis piernas invitándolo—. Por favor…
—Dímelo. —Insistía mientras retenía la respiración, a la vez que jugaba con mis labios íntimos, abriéndose paso por ellos hasta sentir la prueba de su efecto—. Dímelo porque yo si te amo, porque yo si te deseo. —Gimió y se detuvo por un momento, luego introdujo uno de sus dedos y supe que era mi perdición, gemí también—. Dímelo, porque yo si deseo estar contigo siempre y deseo sentir cómo tu piel se estremece cuando la toco, porque sé que eres sensible a mí.
Iba a matarme de placer, no podía negar que al escucharlo hablar así y al toque de su mano todo lo que había pasado se me estaba olvidando. Al arquear mi cuerpo buscando más placer estaba comenzando a sucumbir a él, mis fuerzas habían flaqueado y deseaba con todo mi ser, estar con él y que me llevara a las estrellas.
—Escúchame —dijo con suavidad sacando su dedo, haciéndome volver a la realidad para exigirle más, fijándome su mirada y colocándose en medio y encima de mí—. Perdóname, te juro que jamás volveré a portarme tan estúpidamente como lo hice hoy. —Se hincó en medio de mis piernas y se quitó la pijama mostrándome toda su gloria, la cual me pareció muy erótica cuando la oscuridad cubría una parte de su cuerpo y la tenue luz de la ventana mostraba la otra. Comenzaba a saborearme ante la visión de un perfecto príncipe gótico que estaba frente a mí—. Jamás volveré a hacerte daño, jamás permitiré que vuelvas a llorar por mi culpa, jamás se me ha cruzado por la mente estar con otra mujer que no seas tú. —Se inclinó de nuevo levantando mi camisón con ambas manos a la vez que acariciaba mis piernas, mis glúteos, mi cintura, mis pechos, hasta despojarme del mismo por la cabeza y desnudarme para él. Quitó mi panty y su pecho acarició el mío mientras su mano con fuerza posesionaba mi pierna en su cadera, su divina erección me hacía tragar en seco—. Hoy estuve en el arroyo de la cascada pensando sólo en ti, no puedo alejarte de mi mente ni por un momento y el solo hecho de imaginarte con otro hace que enloquezca. Eres todo cuanto quiero y necesito, por favor no me rechaces esta vez.
—Loui yo…
No tuve las fuerzas para seguir hablando, sólo sentí que sus labios con ternura tocaron los míos y al responderle de la misma manera nos besamos con tanta pasión e intensidad como si nunca lo hubiéramos hecho. Me dejé llevar esta vez con la sed, la ansiedad y el deseo de bebernos mutuamente y que ese momento no acabara nunca. Estaba lista para recibirlo y su penetración sacudió mi cuerpo, el majestuoso vaivén de su cadera me enloquecía, me había dominado, me había vencido y por eso le permití que hiciera conmigo lo que le diera la gana. A pesar de mi negación, él no se dio por vencido y vino a mí no sólo para rogar por su perdón sino para hacerme sentir amada de nuevo. Eso demostraba que había dejado a un lado su orgullo y que yo estaba en su vida primero que nada, antes que cualquier cosa. Las veces que soñé en esa cama entregarme a él, incluso la noche de la mascarada, todo se estaba volviendo una realidad tal y como lo había soñado. Perdí los sentidos en sus besos y en sus caricias, el sentir sus manos tocando mi piel con fuerza y la pasión de nuestro encuentro hizo que me sintiera en el cielo. Éramos uno solo de nuevo como lo fuimos desde el principio, me entregué a él por completo y él volvió a ser el hombre que había conocido. Llegamos juntos al más delicioso orgasmo y mi cuerpo se tensó bajo el suyo gimiendo su nombre en el clímax, haciendo él exactamente lo mismo; “Constanza, Constanza, mi Constanza, mía, mía, sólo mía” —decía entre jadeos en mi oído mientras encontraba la respiración. La madrugada del 1 de Enero nos amamos entre las sombras hasta esperar el amanecer de un nuevo día juntos, yo en sus brazos y muy dentro de su piel, muy dentro de su vida y en lo más profundo de su corazón.