Gentilmente comenzó a besar mi piel, sus dulces y
cortos besos en mi brazo, en mi hombro y en mi cuello poco a poco me hicieron
sucumbir a él. Ya no podía pensar y cuando sus manos empezaron a acariciarme
con ternura, comencé a estremecerme sin control.
—Loui por favor, ¿Qué haces? —Le pregunté reaccionando
sin poder evitar el temblor de mi cuerpo y tratando de detener su mano que
subía por en medio de mi pierna hacia un rumbo conocido.
—¿Tú qué crees? —Susurró en mi oído con su cálido
aliento—. Conquistando de nuevo, reclamando mis derechos, tomando posesión de
mi territorio y arrebatando lo que me pertenece.
Liberé un gemido no sólo por sus palabras sino porque
su mano ya estaba ahí, con su pulgar comenzó a hacer círculos en mi monte Venus
encima de mi panty y yo, intentaba inútilmente mantener mis cinco sentidos en
alerta.
—Loui por favor, no…
—Dime que ya no me amas —susurró besando mi cuello y
abriéndose paso por el panty, sentía que ya no podía pensar—. Dime que ya no
quieres estar conmigo, dime que no me deseas, dime que no deseas que te haga el
amor.
Me odiaba, definitivamente me odiaba porque la
voluntad que había mantenido se había largado de nuevo dejándome a su merced, a
la merced de un príncipe que obvio saldría victorioso del campo de batalla.
—Loui, no me hables así —continué intentando no perder
la consciencia y odiándome más porque sin querer abrí mis piernas invitándolo—.
Por favor…
—Dímelo. —Insistía mientras retenía la respiración, a
la vez que jugaba con mis labios íntimos, abriéndose paso por ellos hasta
sentir la prueba de su efecto—. Dímelo porque yo si te amo, porque yo si te
deseo. —Gimió y se detuvo por un momento, luego introdujo uno de sus dedos y
supe que era mi perdición, gemí también—. Dímelo, porque yo si deseo estar contigo
siempre y deseo sentir cómo tu piel se estremece cuando la toco, porque sé que
eres sensible a mí.
Iba a matarme de placer, no podía negar que al
escucharlo hablar así y al toque de su mano todo lo que había pasado se me
estaba olvidando. Al arquear mi cuerpo buscando más placer estaba comenzando a
sucumbir a él, mis fuerzas habían flaqueado y deseaba con todo mi ser, estar
con él y que me llevara a las estrellas.
—Escúchame —dijo con suavidad sacando su dedo,
haciéndome volver a la realidad para exigirle más, fijándome su mirada y
colocándose en medio y encima de mí—. Perdóname, te juro que jamás volveré a
portarme tan estúpidamente como lo hice hoy. —Se hincó en medio de mis piernas
y se quitó la pijama mostrándome toda su gloria, la cual me pareció muy erótica
cuando la oscuridad cubría una parte de su cuerpo y la tenue luz de la ventana
mostraba la otra. Comenzaba a
saborearme ante la visión de un perfecto príncipe gótico que estaba frente a
mí—. Jamás volveré a hacerte daño, jamás permitiré que vuelvas a llorar por mi
culpa, jamás se me ha cruzado por la mente estar con otra mujer que no seas tú.
—Se inclinó de nuevo levantando mi camisón con ambas manos a la vez que
acariciaba mis piernas, mis glúteos, mi cintura, mis pechos, hasta despojarme
del mismo por la cabeza y desnudarme para él. Quitó mi panty y su pecho
acarició el mío mientras su mano con fuerza posesionaba mi pierna en su cadera,
su divina erección me hacía tragar en seco—. Hoy estuve en el arroyo de la
cascada pensando sólo en ti, no puedo alejarte de mi mente ni por un momento y
el solo hecho de imaginarte con otro hace que enloquezca. Eres todo cuanto
quiero y necesito, por favor no me rechaces esta vez.
—Loui yo…
No tuve las fuerzas para seguir hablando, sólo sentí
que sus labios con ternura tocaron los míos y al responderle de la misma manera
nos besamos con tanta pasión e intensidad como si nunca lo hubiéramos hecho. Me
dejé llevar esta vez con la sed, la ansiedad y el deseo de bebernos mutuamente
y que ese momento no acabara nunca. Estaba lista para recibirlo y su
penetración sacudió mi cuerpo, el majestuoso vaivén de su cadera me enloquecía,
me había dominado, me había vencido y por eso le permití que hiciera conmigo lo
que le diera la gana. A pesar de mi negación, él no se dio por vencido y vino a
mí no sólo para rogar por su perdón sino para hacerme sentir amada de nuevo. Eso
demostraba que había dejado a un lado su orgullo y que yo estaba en su vida
primero que nada, antes que cualquier cosa. Las veces que soñé en esa cama
entregarme a él, incluso la noche de la mascarada, todo se estaba volviendo una
realidad tal y como lo había soñado. Perdí los sentidos en sus besos y en sus
caricias, el sentir sus manos tocando mi piel con fuerza y la pasión de nuestro
encuentro hizo que me sintiera en el cielo. Éramos uno solo de nuevo como lo
fuimos desde el principio, me entregué a él por completo y él volvió a ser el
hombre que había conocido. Llegamos juntos al más delicioso orgasmo y mi cuerpo
se tensó bajo el suyo gimiendo su nombre en el clímax, haciendo él exactamente
lo mismo; “Constanza, Constanza, mi
Constanza, mía, mía, sólo mía” —decía entre jadeos en mi oído mientras
encontraba la respiración. La madrugada del 1 de Enero nos amamos entre las
sombras hasta esperar el amanecer de un nuevo día juntos, yo en sus brazos y
muy dentro de su piel, muy dentro de su vida y en lo más profundo de su
corazón.
Leer esto me dio taquicardia, imaginar la escena tal como si fuera una película....amix, esto esta precioso, de verdad...
ResponderEliminarMuchas gracias mi Ale, y eso que es la versión vieja, todo está editado, me alegra que te guste y te haga sentir todo lo que dices, abrazos!!
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