Ambos gemimos fuertemente al llegar al clímax y
explotar juntos en mil pedazos.
Sentíamos que
habíamos estallado en miles de partículas en nuestro universo en ese momento y
mientras Loui me sostenía con fuerza sintiendo aliviada y placenteramente como
todo su precioso y vital líquido se había esparcido dentro de mí, se derrumbó
en la cama llevándome con él para no separar nuestra posición. Estábamos
exhaustos y nuestra piel cubierta de sudor, necesitábamos encontrar la
respiración de nuevo especialmente yo, que sentía un intenso mareo y por un
momento sentí mi cuerpo muy liviano mientras estaba encima de él, lo único que
escuchaba en ese momento era el latir acelerado de su corazón, cerré mis ojos
para tratar de controlarme mientras sentía como sus brazos rodeaban y acariciaban
mi húmeda espalda. Nuestros cuerpos habían sido uno solo en ese momento, yo era
completamente su mujer en todos los sentidos y él era plenamente sólo mío,
nuestros cuerpos se habían comunicado a su manera y en ese instante habíamos
dejado todo lo mejor de nosotros en la cama;
—Eres
maravillosa —dijo cuando logró reaccionar, acariciando mi cabello
y besando lo alto de mi cabeza—. Nunca,
escúchame bien, nunca voy a tener suficiente de ti, nunca voy a saciarme de tu
exquisitez, cada vez que eres mía y que tengo el placer de recorrer tu piel me
siento el hombre más afortunado de la tierra.
—Yo también me
siento muy afortunada al tenerte —le dije
apartándome de su pecho y acostándome a su lado boca abajo—. Tus caricias me vuelven loca y sabes cómo
hacerme feliz y complacerme.
—¿Amor mío qué
pasa? —Preguntó acostándose parcialmente sobre mi espalda—. ¿Te sientes mal?
—No es nada, es
sólo un pequeño mareo, no te preocupes.
—Amor mío eso no
me gusta, voy a llamar al doctor Khrauss. —Intentó
levantarse de la cama—. Fui un tonto,
debí haber dejado que te revisara después del almuerzo.
—No amor, no lo
hagas. —Lo detuve tomándolo de su brazo para sentir su calor
de nuevo—. Sólo necesito descansar un
momento, quédate así no te vayas, quiero sentir tu pecho sobre mi espalda,
quiero sentir tu brazo rodeándome, abrázame y quédate junto a mí.
—Está bien amor
mío, duerme. —Besó mi hombro y mi sien—. Voy a quedarme así como quieres, aquí estaré cerca de ti.
Y al escucharle decir eso sentí un gran alivio,
limpiamos con toallitas de papel la evidencia de nuestro encuentro y nos
cubrimos con las sábanas, se quedó cerca de mí abrazándome, mientras acariciaba
mi cabello con ternura y finalmente, sintiendo esa sensación de paz sabiendo
que estaba junto a mí consintiéndome, plácidamente me quedé dormida.
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