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stando
en la ventana de la habitación, contemplando melancólicamente la oscuridad de
la noche, alguien me interrumpió; él como siempre, sabía qué hacer para hacerme
estremecer solamente al toque de sus manos sin hablar. Su cálida respiración en
mi oído y el toque de sus dedos en mi cuello me hacían desvariar, él sabía qué
hacer para hacerme sucumbir sin poder resistirme, en ese instante así, mi mente
se ponía en blanco y mi cerebro dejaba de funcionar. Sólo éramos él y yo y lo
demás no existía, al sentir como me estrechaba con fuerza atrayéndome hacia él,
sabía que no podía escapar a sus deseos;
—¿Lo
sientes? —Susurró a mi oído.
—Sí
—le contesté sin aliento sabiendo a lo que se refería.
—¿Te
gusta? —Insistía.
—Sabes
que sí. —Me saboreaba.
—Abre
las piernas.
Mi piel se estremecía en sus brazos y él, sabía que
era sensible al toque de sus manos. El sentir sus cortos besos jugando en mi
cuello me desesperaba y deseaba más, con una de sus manos acariciaba suavemente
uno de mis pechos, mientras que con la otra la deslizó por mi pierna levantando
al mismo tiempo la suave seda de mi camisón para sentir mi piel que a gritos lo
deseaba. Subió y subió hasta llegar a tocar mi intimidad, se abrió pasó a
través de mi panty para sentir plenamente mi excitación y comenzó a hacer un
sensual y ardiente masaje que me hacía perder los sentidos. Sin darme cuenta,
introdujo uno de sus dedos y sentía que estaba a punto de explotar, su
penetración y su juego dentro de mí me hacían perder la razón y ya no podía
seguir resistiendo el enorme y delirante placer que mi cuerpo experimentaba en
ese momento. Me quitó la ropa interior y lentamente, me giró hacia él haciendo
más presión y haciéndome sentir su erección, la mano que acariciaba mi pecho bajó
a mi muslo y recorriendo mi pierna la levantó a la altura de su cadera. La
fuerza de su mano acariciando mi piel, subiendo ahora por debajo de mi pierna
para sentir libremente todo lo que era de él, estaban haciéndome gemir de
placer y sentía que ya no podía controlarme;
—Te
deseo —susurró en su éxtasis.
—Yo
también —le dije perdiendo los sentidos.
—Pídemelo,
sé lo que quieres, pero quiero escucharlo
de ti.
—Quiero
ser tuya —le susurré al oído—. Bésame, ámame, quiero que me
hagas el amor.
Sus besos apasionados me dejaban sin aliento, nuestras
lenguas jugaban en nuestras bocas encendiendo aún más nuestra piel, mis brazos
rodearon su cuello mientras que con su otra mano, levantó mi otra pierna para
rodear su pelvis apoyándome contra la pared. Mientras sus manos me acariciaban
todo lo que estaba debajo de mi espalda, su erección no pudo esperar más y con
fuerza y desesperación me penetró. Sus besos recorrían mi cuello y su boca
buscó mi pechos, nuestra piel ardía de placer como el primer momento y yo, no
deseaba que terminara, él era intensa y solamente mío y yo, era suya a su antojo
y en el momento que lo quisiera;
—¿A
la cama? —Preguntó jadeando.
—A
la cama —le contesté ansiosa.
Me sujetó con fuerza para no perder nuestra posición
y mientras nuestros labios no deseaban separarse, caímos a la cama en donde la
fuerza de nuestro encuentro se hizo más intensa. Nuestras caderas se impulsaban
a un solo ritmo de una manera deliciosa, era algo tan pleno, tan necesario, tan
profundo, tan nuestro, que no se podía controlar y mi boca sólo podía repetir
más, más y más…
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Como su nombre lo dice "Nieblas del Pasado" será una narración entre el presente y el pasado y a partir del primer libro entre otros personajes, conoceremos a los padres de Ludwig.
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