viernes, 21 de febrero de 2014

Mi sueño, mi fantasía. (Fragmento del capítulo 4 Nieblas del Pasado 1)


Como un regalito debido a la publicación les comparto este fragmento, es sólo una muestra de lo encontrarán en este libro:


“Mientras estaba sentada en el tocador peinando mi cabello, se acercó a mí lentamente curvando sutilmente sus labios para acariciar mis hombros, el sentir sus dedos jugando al roce en mi cuello hacía que mi piel respondiera inmediatamente y se estremeciera completamente;
—Loui mi amor te extrañé mucho —le dije mientras me ponía de pie y lo envolvía en mis brazos.
—Yo también. —Me estrechó con fuerza—. Este tiempo sin ti ha sido insoportable, extrañaba mucho esto, sentirte así, el calor de tu piel estremecida, tan cerca, tan mía.
—Así es mi amor, sólo tuya.
—Constanza te necesito —susurró en mi oído—. Te deseo.
—Yo también. —Acaricié su rostro.
Un tierno beso nos unió con delicadeza, estábamos sedientos y ansiosos, la fuerza del encuentro se volvió pasional, sus brazos me rodearon con fuerza aferrándome a él como si deseara que entrara en su piel, la fuerza de sus besos también querían beberme, todo mi ser le pertenecía a través de ese beso con el que me estaba entregando y con el que él también se entregaba, perteneciéndome por entero. Me tomó en sus brazos y me llevó a la cama, sus manos recorrían mi cuerpo mientras yo quitaba la bata de su pijama y descubría su deseable pecho y su espalda, sus besos en mi cuello al mismo tiempo que descubría mi hombro quitando los tirantes de mi camisón, me estaban excitando sin control, la fuerza de su mano sujetando mi pierna y abriéndose paso hacia mí, me estaba haciendo perder los sentidos;
—El aroma de tu piel me embriaga —decía en el éxtasis haciéndome sentir su erección.
—Y el sabor pasional de tus besos me hacen perder los sentidos. —Jadeaba y besaba su pecho.
—Me encanta verte excitada —decía muy sonriente—. El saber que tu piel se estremece sólo por mí y para mí, me hace desearte con locura y desesperación.
—Sabes que eres el único hombre para mí —traté de encontrar la respiración—. Sólo tú eres el dueño de todo mi ser, yo te pertenezco desde la primera vez que te vi.
Me besó apasionadamente y con fuerza mientras sus manos acariciaban mis pechos y reclamaban con fuerza mis piernas para él;
—Eres realmente bella Constanza. —Besaba mi cuello a la vez que descubría mis pechos con su mano—. Estos años te han hecho más mujer, siento que te amo con locura y nada en mí es suficiente para amarte.
—Y tú sigues siendo el hombre más hermoso, estoy tan enamorada de ti como el primer día, mi voluntad te pertenece, nunca me saciaré de ti y nunca podré resistirme a ti.
Con su mano, sacó una suave pluma de la almohada con la cual acarició mis labios, no puedo describir el cosquilleo que sentí pero mi cuerpo reaccionó salvaje al deseo y ya no pude resistir la excitación, lo empujé fuertemente haciendo que se acostara en la cama y sentándome yo encima de él a horcajadas para sentir aún más y plenamente su erección. Asalté su boca con desesperación y liberé su miembro que era solo mío, lo necesitaba, necesitaba explotar, necesitaba ese orgasmo y lo necesitaba ya;
—Constanza amor mío me sorprendes. —Estaba excitadamente feliz—. Tu reacción me ha…
—Tú tienes la culpa. —Lo observé oscuramente con lujuria haciendo que sus manos recorrieran mi cuerpo—. No sé qué hiciste pero ya no puedo más, te deseo dentro de mí, basta de juegos, tócame, bésame, quiero que hagamos el amor, ahora.
La expresión de su cara se tornó placentera y sus ojos brillaban, una pícara sonrisa en sus labios me decía que estaba dispuesto a complacer mi exigencia, recorrí con mi mano su rostro y su boca y él cerró por un momento sus ojos para sentir esa sensación de placer que le producían mis caricias. Su hermoso pecho era un terreno deseable y perfectamente esculpido el cual me incitó a besarlo, bajé mi cabeza y comencé a darle suaves y cortos besos, no podía evitarlo y esa ternura con la que lo hice controló mi excitación por un momento. Sus manos acariciaban mi cabello para descubrir mi rostro y observarme, con ternura lo levantó y lo atrajo al suyo para besarme, me rodeó con sus fuertes brazos para sentir mi cuerpo en el suyo y mientras nos besábamos, me acostó de nuevo en la cama quedando él encima de mí;
—Loui ya no me tortures. —Le supliqué.
—¿Lo deseas? —preguntó muy sonriente y satisfecho de su dominio.
—Sí, lo deseo todo, te deseo a ti, te deseo dentro de mí…
—¿Quieres que te penetre ya? —insistió en su juego.
—Sí… —Rogaba por más—. Por favor hazme tuya, hazme el amor.
Me besó con fuerza hasta perder la respiración, al mismo tiempo que comenzaba a sentir su penetración;
—Constanza, Constanza… —susurraba en mi oído mientras yo comenzaba a jadear—. Eres mía, sólo mía, mi Constanza…
—Sí… —gemía en el éxtasis—. Así es, tuya, sólo tuya…”
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