sábado, 11 de julio de 2015

¿Por qué Ocaso y Amanecer es una obra de fantasía y romance? Parte 1

Después de una ausencia obligada por la tristeza regreso para retomar mi lugar y mi posición, gracias porque en esta ausencia supe que mis libros de la saga, TODOS, estuvieron en los primeros lugares dentro del top 100 en amazon México en diferentes categorías como romance erótico, histórico, contemporáneo y sagas familiares, mil gracias a quienes lo hicieron posible y para ver los pantallazos pueden pasar a verlos a la página aquí
Tampoco me he olvidado de mis post en inglés los que también voy a retomar, le agradezco a las personas que están en el Reino Unido y Australia por leerme,  pero ahora para divagarme un poco me di a la tarea de presentarles esta entrada que tiene por título una pregunta, juzguen ustedes como lectores lo que les comparto a continuación.



Cuando comencé escribir no tenía una tan sola idea de lo que iba a hacer —salvo lo único que tenía del sueño y lo que había visto en él— pero meterme al dolor de cabeza de escribir un romance fue algo que NUNCA esperé hacer. A medida que leen el primer libro de “El Príncipe de Bórdovar” pueden ver y sentir cómo es el personaje de Constanza, las mujeres son románticas por naturaleza —y digo son porque yo no me considero romántica— así que para crear este personaje me fue un poco difícil y para darle la personalidad que quería tuve que hacer malabares porque la paciencia que ella tiene no la tengo yo. Una de las cosas que me planteé era querer una obra “romántica” para comenzar y el erotismo llegaría hasta después y no al revés como sucede con muchos libros y este es el principal motivo por el cual la saga es más romántica que erótica —y me enorgullece que pese más lo primero—.
En primera instancia quería mi obra netamente romántica, con tensión sexual, con esa atracción entre los protagonistas, describir sentimientos y situaciones y creo que lo logré en el primer libro, luego de ver que dentro de la romántica estaba lo que se llama “romance erótico” decidí incluir algo de sexo pero a la vez mostrar valores es decir, sexo hasta el matrimonio, una entrega hasta en la noche de bodas. Pero volviendo a lo que es el primer libro quise una narración a mi manera, con una prosa entendible, nutrida y no algo común y mucho menos vulgar y para poder describir y escribir de una manera que me fuera más fácil opté por hacerlo en primera persona. Tengo el defecto de ser siempre diferente, me gusta hacer la diferencia y no dejarme llevar modas, auges y menos hacer las de Vicente e ir a donde va toda la gente, las “tendencias” no me dan ni frío ni calor, me hice el propósito de tener un lenguaje rico en toda mi saga que pueda dar gusto leer, quien entienda lo aplaudo y quien no pues no es de mi equipo. Escribo por placer y mi principal compromiso es conmigo misma no por quedar bien con nadie.
Ya muchas conocen la historia de “El  Príncipe de Bórdovar” y en la primera parte pueden constatar el romanticismo de la obra —aparte de las descripciones del entorno que es el reino— sentir las sensaciones de la protagonista al llegar, al conocer todo, al relacionarse con la gente incluso estando sola, es a través de ella que se conoce la descripción física y también la historia del lugar, el escenario ficticio y real y los sentimientos que le genera todo lo que conoce.

No me fue difícil tomar la decisión de irme de mi país, en la primavera que acababa de pasar había cumplido mis veinticinco años y había estado deseando la oportunidad de viajar y hacer algo diferente con mi vida. Me dolió dejar atrás muchas cosas y tuve la sensación, de que pasaría mucho tiempo para que todos los que me conocían volvieran a saber de mí, o tal vez era yo la que ya no deseaba saber nada de nadie y ésta, fue la oportunidad que tuve para escapar de la realidad, a un mundo alejado y diferente a lo que conocía.”
En este pasaje se deja ver la melancolía de la protagonista justo antes de llegar a su destino y el lector puede preguntarse ¿Quién era ella? ¿Cómo era su vida? ¿Qué le hace pensar así?


“Cuando llegué al puerto el calor era sofocante. Mi piel “canela clara” como me llamaba mi abuela había cambiado de tono, estaba sonrojada por la temperatura. El rímel y las sombras parecían haberse derretido y hacían que mi mirada café se volviera más intensa, por lo que tomé una toallita de papel y observándome en el espejo de mi polvera procedí a limpiarlos un poco. Llevaba mi cabello negro suelto y alisado pero la humedad del clima me pasó la factura y mis ondas volvieron a aparecer, por lo que tuve que sujetármelo y hacerme un moño alto como los de las bailarinas de ballet.”
En este otra escena se conoce más de ella cuando se “autodescribe” un poco y así el lector puede hacerse una ideas de cómo es ella físicamente.

“Cuando desembarqué me sorprendió lo que me esperaba; era un carruaje cerrado del siglo XIX y por un momento creí que se trataba de alguna broma o que estaba soñando, ya que era un medio de transporte que ahora sólo se podía recordar a través de las películas y de los museos. Realmente parecía haber dado un paso atrás en el tiempo.”
En esta descripción que ella hace se puede ver lo extrañada que estaba y saber la clase de lugar al que llegó e intrigar más para conocerlo.    

El trayecto fue tranquilo y el lugar era hermoso, parecía que se había quedado suspendido en el tiempo del renacimiento, no conocían la tecnología o al menos no era permitida. Después me enteré, que el rey estaba haciendo gestiones para implementar la luz eléctrica y el agua potable para beneficio del pueblo y de todo el reino, ya que en el castillo, los nobles y algunos sectores del pueblo y otras regiones, si contaban con una planta de energía que utilizaban solo por las noches y el alcantarillado obviamente por cuestiones de sanidad. Tuberías subterráneas, pozos tradicionales de piedra con poleas y enormes tanques de cisternas, abastecían al reino para gozar de los beneficios del vital líquido.”
Aquí ella describe lo que va observando a medida que conoce el lugar e intenta hacerlo lo más detallista posible sin caer en las “excesivas descripciones” que muchas autoras utilizan y que pueden cansar, esta es la manera de introducir al lector hacia lo que es el mundo de Bórdovar.

Desgraciadamente, las decisiones las tomó muy tarde y el rey murió antes de que muchas cosas se concretaran, quedando todo a medio hacer y si no había agua y luz en el lugar, mucho menos telefonía e internet. Daba la impresión, de que no quería corromper la tranquilidad del lugar con el afán y el estrés del progreso. Todo transporte era a caballo o a carruajes y para el trabajo las carretas, hasta la manera de vestir era histórica, por un momento de verdad sentí que había dado un paso atrás en el tiempo y eso me daba un poco de temor.”
Una prosa de manera que se sienta los comentarios propios -del autor a través de los personajes- para conocer orígenes y aspectos de la vida en el lugar así como los sentimientos que esto mismo genera en el personaje y que lo lleva a describir su sentir.

“Me recibieron en el castillo de Bórdovar como si fuera de la realeza y el mismo mayordomo del príncipe, estaba esperándome. Era un señor como de unos cincuenta y cinco a sesenta años, de cabello gris y bien parecido, al cual no pude evitar compararlo con el mayordomo de cierto súper héroe, debido a su traje —frac—, gris muy oscuro, tan propio y formal y a su manera tan correcta al expresarse. Su piel blanca y sus ojos color miel con una extraña y casi imperceptible aureola de azul grisáceo cristalino en el borde del iris, me hacían deducir que había sido un hombre muy guapo en su juventud.”
La protagonista sigue describiendo todo lo que ve y del mismo modo con las descripciones del lugar lo hace también con los personajes, detalles sin exceso para que el lector comience a hacerse a la idea de donde está.

“Me dio un tour por todo el imponente lugar y yo estaba más que fascinada. A simple vista el exterior parecía una mezcla de Hampton Court, el castillo de Leeds y Windsor de Inglaterra (…) El interior del castillo parecía un sueño, arquitecturas góticas, medievales, barrocas y clásicas decoraban el lugar con finísimos acabados. Era una completa galería de arte coleccionando esculturas y pinturas de los antepasados que formaron parte de la historia de Bórdovar. Una bella pintura del apuesto caballero Lohengrin, llegando en su extraña barcaza arrastrada por un cisne decoraba una de las paredes del vestíbulo y al entrar, lo primero que se veía era un emblema real, —que no era el oficial—, el cual tenía una espada, un cuerno y un anillo símbolos del caballero cisne.”
Aquí ella describe fascinada su impresión del castillo sin querer dejar nada de lado en su descripción y en lo que le llamaba la atención, quien lee puede darse cuenta que ella es una mujer con cultura y conocimiento al detallar todo sin problemas, de esta manera ya el lector puede saber cómo es el lugar y el entorno que va a rodear a la protagonista.
                                                        
“Los enormes jardines lucían una hermosa, fina y suave hierba de un precioso color verde muy bien cuidada, en donde se apreciaban también algunas estatuas de la mitología griega que adornaban el panorama. Rebosaban de toda clase de flores y de maravillosas e impresionantes fuentes de agua, que podían igualar o superar a cualquier famoso palacio o castillo de Europa.”
La descripción de la protagonista no se queda sólo en el interior del castillo sino también en su exterior, así el lector puede imaginarse todo lo que es el lugar y tenerlo ya como base de la historia.

“Su estatura no tan alta, su contextura ni tan gruesa ni tan delgada, —en su figura se notaba el corsé—, de cabello castaño oscuro casi negro y sujetado por un moño alto, no era de piel blanca pero si de un tono medio muy bonito, de ojos cafés,  nariz fina y boca de labios carnosos pero finos a la vez. Se miraba bien físicamente para su edad. Se notaba que al igual que Randolph era muy propia, hasta para caminar, pero intentó mostrarme una leve sonrisa también, seguramente para hacerme sentir mejor, ya que todo lo que había visto y sentido hasta ese momento, no me había hecho sonreír. También me presentó a diez mucamas más para todo lo que se me ofreciera, estaban alineadas con un impecable uniforme gris con delantales blancos y redes tipo pañoletas del mismo color en la cabeza. Obviamente también con un cuello alto y falda larga hasta los tobillos. No quise imaginar lo que llevaban debajo de toda esa ropa, es más, me aterraba pensarlo.”
En esta descripción al principio Constanza se refiere a la que será su dama de compañía, la que le da una medio sonrisa como saludo haciéndola sentir mejor ya que se puede notar que la protagonista está un poco tensa con todo lo que ha visto y que ella lo deja ver, luego describe a las sirvientas que tendrá a disposición y al ver cómo visten todas hace que se asuste más.

“Después me mostró mi habitación la cual me sorprendió el lujo que representaba, jamás pensé estar en un lugar así en la vida real. Era grande para mi gusto y muy hermosamente decorada al estilo barroco, con bellos y románticos tapices florales que cubrían las paredes. La cama, que estaba ubicada exactamente frente a la puerta era más grande que una matrimonial y era una completa obra de arte, cuyos respaldares de terciopelo color vino tenían dorados y brillantes bordes estilo rococó, lo que supongo era oro. Un hermoso dosel con finas gasas blancas que caían, decoraban la cama y mesas de noche de madera fina, la adornaban a cada lado con tiernas lámparas sobre ellas. Los edredones y las sábanas que cubrían el colchón y las almohadas eran de ensueño, la más fina seda que había sentido. Toda la cama estaba sobre una acogedora alfombra de bello diseño, era una completa fantasía y cómodamente arreglada para producir el más placentero de los descansos. Todo en la habitación era de exquisito gusto y me sentía una verdadera princesa, al saber que dormiría allí quien sabe por cuánto tiempo. (…) En una pequeña sala, cómodos sillones sobre una fina alfombra persa era un bonito rincón, había un canapé estilo Luis XV cerca de la ventana y un hermoso biombo de madera pulida con diseños florales de vitral, adornaba cerca del armario. Un bellísimo candelabro de bronce, con cristales colgando, decoraba junto con pinturas el techo. Hermosos cuadros paisajistas decoraban las paredes y uno de ellos, una escena de bosque, me parecía particularmente grande que bien podía esconder algo. Todos los finísimos acabados que podía ver, no terminaban de adornar la habitación. Era algo extravagante y jamás pensé que un ambiente así me rodearía”
Constanza describe lo que será su habitación sin omitir detalles de la misma, la impresiona el lujo pero sigue sin sentirse bien a pesar de todo.
                                                                                                                            
Randolph me enseñó los horarios y las actividades diarias a realizar y una cosa más que me sorprendió mucho, si quería permanecer allí debía de acostumbrarme a su ambiente, o sea que yo tenía que cambiar algunas de mis costumbres y no tratar de cambiar las de ellos. Una de ellas era mi forma de vestir, no podía usar la ropa que llevaba por ningún motivo, —mi estómago se encogió y mente gritó un “NO” que llegó hasta el cielo—, por lo que una persona experta ya estaba lista para actuar. La explicación que necesitaba la experimentaría en carne propia e hice todo lo posible por no arrugar la cara y que todos notaran mi incómoda expresión. Odiaba los vestidos, dejé de usarlos desde los nueve años, no era posible que esto me estuviera pasando. No podía creerlo.”
En este pasaje Constanza ya sabe dónde se metió y el precio a pagar, su sentir no lo puede ocultar, hubiera querido gritarlo pero se limita a hacerlo en su interior, ya el asunto no le hace gracia, el ser prácticamente “una empleada” impide que opine y que se rebele y no le queda de otra más que aguantarse y probarse a sí misma para ver hasta dónde llega.

“Cuando regresaron con todo me asombré mucho, todo era con la moda de vestidos largos como se usaban a finales del siglo XVIII o a principios del XIX, acompañados por chales, con sus respectivos guantes de seda o encajes, —largos de brazo completo o cortos a las muñecas, cuando la ocasión lo ameritaba—, abanicos, sombreros, bolsos de tela con encajes, cintas y cordones de terciopelo que se ajustaban a las muñecas de las manos, su par de zapatos y botines correspondientes, corsés y medias con encajes superiores, las que me parecieron muy románticas, —al menos podía conservar mi actual ropa interior y de dormir, lo que me dio mucho alivio—. Tenía que presentarme al príncipe como correspondía y darse cuenta, de que estaba dispuesta a someterme a sus costumbres para lograr su aceptación.”
Aquí ella describe lo que será su guardarropa cuando lo conoce y deja ver en parte el dominio que el príncipe comienza a ejercer en ella aún sin conocerse.

 “No podía negar que esa noche a la hora de dormir no me sentía bien. En la oscuridad de mi enorme, lujosa y fría habitación, cuando todos ya se habían dormido me senté en la ventana, a contemplar el oscuro paisaje de los jardines traseros del castillo y no pude evitar llorar. Ya no tenía idea de la decisión que había tomado y ni siquiera sabía en qué lugar del mundo estaba, por lo que ahora, si estaba segura que nadie volvería a saber de mí en un buen tiempo. No sabía lo que me esperaba, todos eran tan serios y sentía que debía mostrarles la misma seriedad. Sentía miedo, miedo a como sería mi vida en este lugar, miedo a no soportar el tiempo establecido, miedo a no cumplir mi misión, miedo a cometer errores, miedo a no congeniar con las personas, miedo a someterme a todos, miedo a conocer al príncipe y no caerle bien, miedo a que no nos entendiéramos, miedo a faltarle de alguna manera, ser irrespetuosa y salir avergonzada de este lugar. Miedo a que todos tuvieran una opinión equivocada de mí, miedo a los chismes y a las intrigas que se podían levantar, miedo a tantas cosas que me quitaban el sueño y la paz, miedo a la soledad a la que me enfrentaba y a lo desconocido que me rodeaba. Todo era tan extraño y por primera vez dudaba de mi valor para afrontar y soportar las cosas, la única alternativa que tenía, era esperar a que todo se diera naturalmente. Tenía que ser paciente y por los momentos conocer a todos los que me rodearían, esa sería mi meta a corto plazo, conocer mi entorno.”
En esta parte se puede ver y sentir lo que le pasa a la protagonista, tiene inseguridad, miedo, desesperación y el lector puede percibir el aspecto psicológico y los elementos sentimentales que muestra el personaje.

“(…) Vengo a decirle que antes del almuerzo conocerá a su alteza real Ludwig Waldemberg, príncipe de Bórdovar, así que esté preparada, ya que en cualquier momento le avisaré.
                                                            
¡Dios! La conversación me había puesto nerviosa y sin disimular, también se me había ido el apetito. En tres horas más o menos me entrevistaría con el príncipe y el corazón comenzaba a acelerarse más a medida que pasaban los minutos.”
La protagonista comienza a sentir los nervios después de la noticia que Randolph le da y hasta el hambre se le quita, comienza a sentir ansiedad a medida que se acerca el momento.

“Sentía que el corazón se me iba a salir del pecho, las piernas me temblaban horrible y sentía que en cualquier momento no me iban a responder, estaba más helada que un tempano, sentía que no podía respirar y de repente sentí que el cuerpo se me calentó drásticamente. Entramos a un enorme salón, con muchos muebles y pinturas y al verme Randolph que estaba casi por desmayarme y más pálida que un papel, me permitió sentarme por un momento en un sillón, por mientras él iba a anunciarme con su alteza, aún no me había dicho que tenía que hacer estando frente a él o cómo actuar y el no haber previsto eso antes, me puso aún más nerviosa. (…) No sabía lo que tenía que hacer, ni cómo tenía que actuar, no sabía cómo era él ni cómo me recibiría, no sabía que decirle ni siquiera sabía si debía mirarlo, no tenía idea en el lío que me había metido y mucho menos en cómo salir. Decidí tranquilizarme, antes de que mi corazón y mi cerebro dejaran de funcionar de un solo golpe y de perder el conocimiento. Al momento, Randolph abrió la puerta del despacho y al mismo tiempo la cerró. El príncipe había decidido no recibirme, parece que todavía no estaba preparado, ni interesado en conocerme, así que tenía que esperar a que se decidiera otro día.”  
Los nervios de la protagonista se vuelven más intensos a medida que el momento de conocer al príncipe se acerca y es muy fácil que el lector perciba lo que siente así como también la decepción y desilusión que se lleva después cuando la tensión fue en vano al no ser recibida por él.

“Terminé el refrigerio y el saber que podía ir a montar me dio ánimos después del mal rato que pasé, así que rápidamente fui a mi habitación a cambiarme de ropa. Gertrudis ya me había preparado la ropa especial, pero seguía siendo vestido, al verlo le pedí que me consiguiera algo más cómodo porque no quería montar de lado sino a horcajadas, a lo que se sorprendió mucho. El montar como los hombres no estaba bien visto, por lo que me pidió aceptar la costumbre de montar como las damas, el problema era la incomodidad, pero tenía que recordar donde estaba así que apretando la mandíbula acepté.”
Otro ejemplo más del sometimiento al que la protagonista es expuesta al no poder hacer lo que quiere, tuvo la opción de montar pero a la tradición del lugar y no como ella lo hacía, debía resignarse al menos hasta conocer mejor todo.

“Los límites de las tierras del castillo eran infinitas, pero los paisajes que vi de aquel lugar eran exquisitos; verdes montañas y verdes prados, bosques frondosos, ríos de agua fresca y cristalina, campos inmensos con flores de colores por todas partes, era un clima cálido y fresco a la vez de aire puro libre de contaminación, el cielo era muy claro y de un bonito azul que dejaba ver bien las nubes blancas, pero a medida que avanzaba el tiempo las tonalidades se mezclaban, en el ocaso se dejaba ver una bella sinfonía de colores indescriptible. Poco después tuvimos que regresar al castillo, pero no podía creer que el príncipe no saliera ni siquiera a ver sus campos. ¿Cómo podía privarse de contemplar tan hermosos lugares?”
Al salir a pasear ella pudo conocer mejor todo lo que le rodeaba y describir ese entorno, puede notarse que se sintió mejor al describir el paisaje pero la duda sobre la condición del príncipe surgió cuando se hizo esa pregunta.

“Ya era 30 de Julio y esa monotonía de hacer lo mismo todos los días me estaba aburriendo y obviamente la rutina puede ser fatal. No podía usar mi teléfono móvil ya que no sólo estaba fuera de cobertura, sino que obviamente no había señal, como tampoco podía usar mi computadora portátil porque corría el riesgo de que me quemaran por hereje o algo parecido, al menos durante el día. Sin internet, estaba desconectada completamente del mundo que conocía, por lo que aprovechaba entonces cargar la máquina durante la noche y en la soledad, mientras todos descansaban, escribía un poco hasta que el resplandor de la pantalla me hacía bajar un sueño pesado. Deseaba escuchar música libremente y sólo podía conformarme con algunas piezas de conciertos que tenía guardadas en la máquina y algunos discos que había traído, los cuales escuchaba con el volumen lo más bajo posible. Deseaba poder escribir libremente durante el día y no podía a menos que fuera en papel.”
En este fragmento ya se ve la frustración y desesperación de la protagonista, la rutina comienza a molestar su manera de ser y siente que la paciencia se le agota.

“No podía dormir. Me sentía impotente y decepcionada al no poder hacer nada por este hombre. No podía creer que alguien que había tenido todo en la vida, no le importara nada. Pensaba en el pobre perro que lo acompañaba y en la tortura que sería para el pobre animal soportar ese encierro, en fin yo ya estaba decidida y si las cosas no cambiaban me tendría que ir. Al no poder dormir me levanté y vi por la ventana un cielo bellamente estrellado, con una luna que alumbraba como el sol y recordé lo hermoso que sería ver todo desde la cúpula de la biblioteca o desde el observatorio. Rápidamente me vestí con mi bata y sin hacer ruido fui a la biblioteca.”
La protagonista describe lo que siente en su monólogo y no cree soportar más tiempo esa rutina, detalla lo que es esa noche cuando se acerca a la ventana y el deseo que tuvo al ver ese panorama, toma una decisión que la hace salir de su recámara haciendo que el lector quiera saber qué va a pasar en el lugar a donde ella quiere ir.

“Subí las escaleras de caracol y contemplé por un momento la belleza del cielo a través de la cúpula, lo cual como pensé, era un espectáculo maravilloso, pero eso no me bastó, así que me dirigí a la esquina opuesta para intentar entrar al observatorio.”
La intriga y el misterio comienza a nacer ante la osadía de la protagonista haciendo que el lector se imagine lo que puede pasar.

“Todo estaba oscuro pero sentía una deliciosa alfombra en mis pies, también había otra cúpula de cristal más pequeña que estaba abierta y parte del telescopio que salía de ella, estaba enfocado en cierta dirección al cielo. Me acerqué para poder ver el espacio que se veía hermoso, no era necesario ajustar el lente, estaba perfecto, parecía que se podían tocar las estrellas y bajarlas. A pesar de estar todo tan oscuro, la luz de la luna alumbraba el interior del observatorio y alcancé a ver la pintura de una mujer, cuyo rostro estaba medio cubierto por un sombrero con flores, su mirada era muy dulce y gentil con una ligera sonrisa.”
Constanza logra entrar y describe lo que ve, el interior del observatorio le da mucha curiosidad y decide saber más.

“(…) un peculiar sonido me interrumpió; el rugido de un enorme perro negro listo para atacar provenía de un rincón, sus enormes colmillos me estaban amenazando. Me quedé quieta sin saber qué hacer, sabía que si me seguía moviendo el perro me atacaría, así que poco a poco fui retrocediendo de la misma manera en la que había entrado.”
La intriga se pone mejor cuando ella describe lo que le pasa haciendo que se atemorice, se creía sola pero no era así, intenta salir de su aprieto rogando hacerlo bien.

“Cuando le estaba hablando bonito al animal para tranquilizarlo y no me sintiera una extraña, repentinamente un hombre me atacó por la espalda, sujetándome con fuerza y tapándome la boca para evitar que gritara, del susto casi me desmayo, pero tuve fuerzas para forcejear con él. El perro, al ver la acción y el ruido de las cosas al caer, se precipitó de su rincón para atacarme, pero su dueño le ordenó con voz firme que se quedara quieto y al instante obedeció. Mientras yo deseaba soltarme y ver a mi atacante, éste me sujetó con más fuerza lastimándome la espalda.”
En este pasaje se ve el primer encuentro cercano entre la protagonista y un hombre fuerte que la somete, en segundos que pasa todo describe lo que ve y lo que siente dándole al perro y dueño el protagonismo del momento.

“Me advirtió que no gritara para poco a poco ir quitando su mano de mi boca. Trataba de respirar con tranquilidad pero no podía, prácticamente jadeaba con la boca abierta cuando me soltó, necesitaba respirar de cualquier manera. Deslizó sutilmente su mano que tapaba mi boca hasta mi cuello, (…) Estaba muy asustada. Sentía su aliento caliente y su lenta respiración en mi cuello como si estuviera olfateándome detenidamente, para luego morderme. No sabía cómo interpretar eso, sólo creía que en cualquier momento me arrancaría la cabeza. Sonaba muy enojado, (…)”
La protagonista sigue con su narración haciendo ver y sentir el miedo y los nervios que le invade ya no sólo por el perro sino por el hombre que la sujeta, temiendo que no pueda seguir contando la experiencia.

“Estaba temblando de miedo y los nervios, más el dolor que sentía, hacían que ya no pudiera respirar más. Así que sólo sentí que perdí el conocimiento y me desvanecí sin recordar nada más, hasta que me desperté por la mañana sin saber si había soñado o no. (…) Había estado en los brazos de un desconocido, de un hombre y no uno cualquiera. Tenía miedo de ser castigada por mi desobediencia y sólo esperaba su decisión. Sabía perfectamente con quien me había encontrado y literalmente había estado en los brazos del príncipe.”
De esta manera la protagonista concluye su narración de esa experiencia, detalla lo que le pasó y lo que sintió, los nervios, la desesperación, la tensión y el miedo no se le iban a quitar porque sabía que había cometido un acto de desobediencia hacia una autoridad y sólo esperaba lo que se decidiera hacer con ella.

Estos fragmentos son sólo del primer capítulo de “El Príncipe de Bórdovar 1” y es una muestra de lo que es la narrativa y de los sentimientos que puede generar. Tiene los elementos de una novela situada en un mundo de fantasía con toques realistas y un perfil psicológico de los personajes que muestran sus sentimientos y estados de ánimo mientras describen lo que observan. En la siguiente parte de este post compartiré sobre el romance que comienza a nacer y sobre esa tensión sexual que encontrarán en este primer libro.

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